viernes, 12 de agosto de 2016

Ignacio Medina comenta sobre picantería Los Leños de Arequipa

El sango de Rafael del Carpio es uno de esos platos capaces de estremecer el cuerpo y poner el alma patas arriba. Es un guiso compacto y denso que se asienta sobre una base de trigo y maní cocinados en leche, impulsado por la compañía de unas uvas pasas, algo de coco rallado, un suspiro de canela y algún trocito de queso. Es untuoso, delicado, complejo, expresivo y elegante; un bocado tremendo. Cada cucharada me embarca en un viaje de varios siglos por las cocinas del nuevo y el viejo mundo, hasta llegar a la esencia de los sabores árabes que marcaron la naturaleza de las modas medievales que siguen sustentando buena parte de la cocina de nuestra tierra. Si me lo hubieran servido en algún viaje por el norte de África no hubiera dudado de estar ante un plato tradicional marroquí, tunecino o egipcio, pero estoy bien lejos de allí. Hace un rato que ocupo una de las mesas del jardín que acoge el comedor de Los Leños, emborrachándome con la espectacular vista de los andenes agrarios que perfilan las laderas que rodean a Yumina.

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